Ocho militares (un mayor, un sargento y seis soldados
profesionales) fueron acusados por un fiscal de la Unidad Nacional de Derechos
Humanos y Derecho Internacional Humanitario por el homicidio de Wilson Vicente
Monroy Galindo, ocurrido en agosto de 2006 en Vista Hermosa (Meta).
El mayor del Ejército Germán Enrique Bermúdez Olaya, el
sargento viceprimero Evelio Muñoz Duarte y los soldados profesionales Henry de
Jesús Gallego Castaño, Oliverio José Ríos, Luis Carlos Batero Manzo, Diego
Fernando Oviedo Gutiérrez, José Reinel Rodallega Arboleda y Freddy Antonio
Rivera Riaño fueron llamados a juicio como presuntos coautores del homicidio en
persona protegida y desaparición forzada agravada de un campesino en Vista
Hermosa (Meta), falsedad ideológica en documento público y porte ilegal de
armas.
De acuerdo con la investigación, “los hechos quedaron
consignados en un informe sin número y fechado el 17 de agosto de 2006,
elaborado por el entonces suboficial Muñoz Duarte, como comandante de sección,
mediante el cual dio cuenta de que hacia las 7:30 de la mañana, cuando se
encontraban en desplazamiento por un sector de la vereda Palmeras, del poblado
de Santo Domingo, Vistahermosa, en desarrollo de la operación Jericó, misión
táctica Atalaya, fueron atacados por un número plural de bandoleros de las Farc
que operan en la región y en respuesta de la agresión, respondieron al fuego
con sus armas de dotación oficial”.
En otro de los apartes, el informe dejó constancia de que al
cesar el ataque y proceder al registro del terreno, fue hallado el cuerpo sin
vida de uno de los insurgentes que vestía camuflado y portaba en su poder un
fusil AK-47.
En contraposición al informe, algunos delegados de derechos
humanos, vecinos de la región, allegados y familiares aseguraron que la
víctima, Wilson Vicente Monroy, quien se dedicaba a cuidar un predio rural en
la zona en el que cultivaba coca, fue sacado de allí por los militares, que lo
retuvieron por un tiempo considerable hasta que finalmente apareció vestido con
prendas militares y con varios impactos de armas de fuego de largo alcance.
Según el testimonio de uno de los soldados presentes en la
escena del crimen, la víctima estaba cocinando alimentos en su vivienda, de
donde fue sacado por los militares, quienes durante tres días lo retuvieron
para, posteriormente, asesinarle y registrar en el informe de operaciones una
supuesta muerte en combates con la guerrilla. Al parecer, por ese hecho los
soldados recibieron varios días de licencia de permiso.