Por Alcides Antonio Jauregui B.
Se inició la actividad política. Ya se
están mostrando los candidatos, las mujeres y hombres que estarán
en el ajetreo y en octubre de
este año, medirán su potencia
electoral.
Algunos tienen amplia trayectoria y se
pueden mostrar como hombres de bien, que han dado ejemplo de vida, que
tienen un hogar bien construído,
que se han afanado superando dificultades, que no tienen rabo de paja y
que por tanto lo pueden arrimar a
la candela.
Otros ya son bien
conocidos y su historial no es el mejor. Se les han formulado señalamientos, se les han hecho cargos, han estado
en la balanza de la justicia y
si han salido airosos y el veredicto de los jueces y magistrados ha sido absolutorio, nada en contra
se puede manifestar, porque la
democracia les permite entrar en el juego comicial.
Quienes están
ilusionados con representar al pueblo y aspiran a ser ungidos con el voto
popular, y son hombres o mujeres con
trayectoria honrada, que quieran llegar al poder con ánimo de servicio, merecen el reconocimiento
ciudadano, pero como la comunidad en este
siglo XXI ya no traga entero, tienen que, igualmente, castigar
a quienes con piel de oveja
aprovechando la ingenuidad de las gentes
se han auto-postulado con ánimo de figuración y como en otras ocasiones, en
su vida personal han traicionado a quienes
le han ayudado, no queda otra
alternativa que repudiar
esa actitud por miserable e
infame.
El hecho de haber
estado en contacto con las
gentes de las barriadas, pasar por uno
o dos cargos públicos, ejercer
una profesión o mostrar la
carita de yo no soy, no significa que el
pueblo va a tragar entero y va a llevar
al personaje al cargo para el cual se ha
candidatizado.
Ni el dinero que se
le inyecte a la campaña, ni la
propaganda que se haga penetrará en la conciencia de las huestes que votan
en las elecciones, porque está
demostrado que de pronto se llega por
accidente, claro que equivocadamente, pero así
se pose de un alto grado de religiosidad, en
política los milagros muchas veces son
esquivos.
De tal manera que
desde ahora hay que empezar a pensar, no ilusionarse, iniciar un conteo regresivo,
con miras a ayudar electoralmente hablando
a quien efectivamente se lo merece
descartando a los payasos que ya se
están mostrando y ofrecen ríos de
leche y miel.