Por: ESTHER BALAC D el Tiempo
Las escenas homosexuales tanto femeninas como masculinas
están en el top de sus preferencias.
Al
detallar los gustos de las mujeres, el porno lésbico se ubicó en el primer
lugar.
No es cierto, ni medianamente, que el consumo de pornografía
sea un asunto esencialmente masculino. Nada de eso. Las cifras muestran que la
idea preconcebida de que los señores son los responsables del exitoso negocio
que mueven las escenas de sexo, por distintos canales, es falsa.
Hace algún tiempo, el Instituto Francés de Encuestas llevó a
cabo un estudio que demostró que el 90 por ciento de los hombres y el 60 por
ciento de las mujeres han visto porno alguna vez.
Esta proporción crece en las mujeres que tienen sexo de
manera regular, al punto de que el 54 por ciento de las que admitieron haber
visto pornografía en algún momento dijeron haberlo hecho mientras tenían sexo.
El asunto ha cambiado tanto en este campo, que incluso frente
al conocimiento que ellas tienen de que sus parejas consumen pornografía,
apenas el 7 por ciento les han pedido que dejen de hacerlo. Esto podría
explicarse con el hecho de que el 21 por ciento de las señoras admitieron haber
visto a alguien practicar actos sexuales frente a una cámara web.
Hasta aquí nada sorprende, pero lo que sí llama la atención
es que las mujeres tienen, en materia de pornografía, gustos bien distintos a
los de los hombres. Eso acaba de demostrarlo PornHub, el sitio porno más
visitado de la web (recibe 44 millones de visitas diarias), tras analizar las
preferencias mostradas por sus propios usuarios.
Y váyanse de espaldas: al detallar los gustos de las mujeres,
el porno lésbico se ubicó en el primer lugar, seguido de cerca por las escenas
gay masculinas. Lo curioso es que estos contenidos, según sus creadores, son
diseñados para atraer fundamentalmente a los señores. Ah: entre ellos, las
escenas homosexuales masculinas están en el séptimo lugar.
El estudio no ahonda en los porqués, pues su intención era obtener
datos que sirvieran para generar estrategias encaminadas a atraer más usuarios,
de modo que es necesario dar una mirada a otros trabajos. Entre ellos está el
de un equipo de acuciosas psicólogas de la Universidad de Texas, que se
ocuparon de buscar las razones por las cuales las mujeres visitan sitios web de
pornografía.
Y los hallazgos, publicados en el Journal of Sex Research
demuestran que la mayoría de ellas echa mano de estos sitios cuando quieren
masturbarse; otras, como parte de los juegos preliminares junto a su pareja, y
algunas lo justificaron como una vía para aumentar su excitación durante el
aquello.
Todas aceptaron que acudían a este recurso con el fin de
“adquirir nuevas ideas y propuestas para después ponerlas en práctica”.
Ellas, más sofisticadas
La reconocida y mediática sexóloga norteamericana Yvonne
Fulbright ahonda en el análisis, y cree que la diferencia de preferencias entre
ellos y ellas, en materia de pornografía, se basa en que a las mujeres “las
excita el contexto, las tramas sofisticadas y el uso inteligente de las
palabras, nociones que no son tan solicitadas entre ellos”.
Humildemente, me atrevo a interpretar que si bien mirar porno
produce las mismas reacciones físicas en los cuerpos de hombres y mujeres, su
interpretación es diferente y está siempre en función del género. Eso lo
reafirma Fulbright, quien asegura que aunque a ellas les gusta consumirlo,
sienten cierta repulsión por las escenas heterosexuales explícitas elaboradas
por hombres, y se inclinan, de algún modo, por las más suaves, que suelen ser
de carácter gay o lésbico.
Eso ha generado la tendencia a aumentar el cine erótico hecho
por mujeres, sobre la base de que el público femenino no busca solo estimular
sensaciones físicas, sino también excitarse y divertirse de manera integral.
¿Y qué pasa en el
cerebro?
Un estudio del Instituto de Desarrollo Humano Max Planck, de
Berlín, publicado en ‘Jama Psychiatryc’ (2014), halló una relación entre el
alto consumo de porno y un menor volumen de materia gris en una parte del
cerebro (cuerpo estriado). Esto llevó a la conclusión errónea de que los altos
consumidores de porno tendrían el cerebro más pequeño. Lo que ocurre es que
quienes tienen menor volumen en el cuerpo estriado requieren más estimulación
externa para sentir placer. Por eso consumen más.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO