D Indalecio Castellanos.
Se esperaba a los familiares de siete secuestrados en el departamento del Huila y al final aparecieron los de otras cinco personas más, cuyo paradero es incierto desde hace muchos años.
Llegaron para contar la tragedia de una mujer secuestrada hace 20 años de su finca, la de un joven que desapareció mientras caminaba hacia el Nevado del Huila en diciembre del 2013, la de un conductor que salió a hacer un trasteo hace cinco años y la de cultivador de café que salió a vender su cosecha.
La concentración se convocó a principios de este mes en el centro poblado de Zuluaga, lejos del bullicio de los medios nacionales y sólo con el entusiasmo de Pedro Nel Ospina de Radio Garzón, emisora afiliada a RCN Radio y de los programas dedicados a enviar mensajes a los secuestrados como La Noche de la Libertad.
Foto Pedro Nel Ospina |
Ospina asegura que los corresponsales de varios medios nacionales en el Huila le dijeron que a sus editores en Bogotá “no les interesaba registrar una marcha para reclamar por la liberación de los secuestrados”.
El comunicador señala que la convocatoria se hizo a nombre de la sociedad civil local “conmovida por el dolor de tantas familias agobiadas por el secuestro”, pero que a pesar de la manera entusiasta como participó un grupo de personas, fue evidente la falta de interés de muchos sectores.
Es posible que el tema de los secuestrados se haya “vuelto paisaje” o que como lo explicó en La Noche de la Libertad Sigifredo López, hacer marchas y convocatorias para pedir la liberación “se haya vuelto políticamente incorrecto”.
“Es tan sensible el tema en esta coyuntura de negociación que muchas veces quienes reclaman la liberación de los secuestrados y piden a las Farc que respondan por los suyos son tildados de enemigos del proceso de paz”, había dicho el exdiputado.
Pero los humildes familiares de los secuestrados no llegaron con consignas políticas, sino con historias desgarradoras que hablan de una tragedia humanitaria que ha atravesado el corazón de centenares de familias en Colombia.
La Eterna Espera
Doña Ana Rita Polo llegó desde la vereda Cabañas para recordar que a su hija Rita Flórez se la llevó la guerrilla de las Farc hace 20 años.
El tiempo hubiera podido hacer humo esta historia, sin embargo para doña Rita parece que fue ayer el instante en que un hombre llamó para pedir 30 millones de pesos por su rescate y ella le contestó que “tierra había, pero plata no”.
Este 27 de febrero se cumplen 20 años del secuestro de Rita y hasta el momento no hay una sola noticia cierta de su paradero, solo rumores insistentes que estaría en las filas de las Farc.
Nada más conmovedor que el mensaje de una madre adolorida recordando que hoy su hija debe tener 44 años, que la extraña porque era la responsable de los oficios de la casa y de los trabajadores y que espera, si está viva, que la guerrilla se “ponga la mano en el corazón y la libere”.
“El sufrimiento no se borra ni de día ni de noche”, insiste doña Ana Rita, quien le recuerda a su hija “que la espera con los brazos abiertos” mientras una vez más se le quiebra la voz y vuelto el llanto, como ha ocurrido casi todos los días de estos últimos 20 años.
El drama de un caminante
Y provenientes del municipio huilense de Pital, también llegaron a la concentración de Garzón, los familiares del joven Alberto Parra, quien fue secuestrado hace 14 meses por las Farc, mientras caminaba en cercanías de Belalcázar Páez en el departamento del Cauca, rumbo al Nevado del Huila.
Su hermano Rafael es vehemente para reclamar al Gobierno Nacional que tome cartas en el asunto de los secuestrados, ahora que se está negociando en La Habana.
“Las Farc dicen que no tienen secuestrados porque ahora los llaman retenidos, pero nosotros le pedimos que tengan en cuenta que somos gente humilde y común y que liberen a nuestro hermano que no debe estar secuestrado, porque no ha cometido ningún delito”, reitera Rafael.
Insiste en que el único pecado de su hermano es tener un equipo fotográfico con el que ha ido al Nevado de El Cocuy, al Parque de los Nevados y a la Sierra Nevada de Santa Marta “capturando las imágenes de los caminos de nuestra bella Colombia”.
El papá de Alberto está agobiado por la ausencia forzada de su hijo y sólo piensa en la condición de su esposa, a quien describe “como un esqueleto al que le volvería la salud con el regreso de Alberto”.
Su rostro se transforma para hablar del que califica como su “bebé hacendoso” dedicado a los oficios de la finca y se llena de una infinita nostalgia al recordar que la mañana que emprendió la travesía por los caminos del sur del país le dijo “que se verían el martes o el miércoles” y que un año y dos meses después no ha regresado.
La tragedia de un conductor
Y el encuentro de estos huilenses afectados por el drama del secuestro, sirvió también para recordar a Hernán Romero Conde secuestrado el 24 de febrero de 2015, mientras llevaba un trasteo.
Aunque las informaciones indican con certeza que fue en Acevedo Huila en dónde fue visto por última vez, hay muchas versiones sobre su paradero y las condiciones en que se encuentra.
Doña Luz Nelly Conde dice que en estos cinco años mucha gente le ha dicho “que lo vieron pasar vestido de camuflado, que se encuentra en las selvas del Caquetá, que lo tienen condenado a trabajos forzados y toda clase de versiones”.
“Me han dicho que puede ser la guerrilla, pero realmente no sé nada”, le dijo a La Noche de Libertad doña Luz Nelly.
Recuerda que su hijo tenía 39 años para el momento del secuestro y en un ejercicio por mantener viva su presencia, lo describe como un hombre “blanco, mono, carirellenito y caricerradito, bigote, un hoyito junto a la quijada y un cuerpo más bien gordito”.
Insiste en que es necesario que Hernán sea liberado de inmediato porque ella está muy mal de salud, porque sus hijos tuvieron que suspender los estudios y están rebuscándose en distintas actividades para sobrevivir y porque incluso uno de los menores tiene problemas de comportamiento.
“Uno de los más pequeños buscaba ansiosamente al papá, se asomaba a la cocina, entraba a las piezas desesperado, entraba por un lado y salía por otro y yo creo que no quedó bien de la cabeza”, dice esta abuela de 75 años.
Este encuentro de Garzón sirvió para que doña Luz Nelly le volviera a ratificar a su hijo que “lo ama y lo extraña, que quiere saber qué ha pasado con él y por sobre todo, que quiere verlo de nuevo”.
El sufrimiento de día y de noche
Y al final ante la indiferencia de muchos, en la plaza de la localidad de Zuluaga se reunieron las angustias de las familias de Rita, Alberto y Hernán, pero también llegaron con sus miedos y su desesperanza las familias de Luis Eduardo Calderón, secuestrado hace siete años cuando salió a comprar una cosecha de café, y la de Elías Murcia Campos, secuestrado hace dos años.
Reclamando respuestas sobre su paradero estuvieron también los familiares de Carlos Andrés Boada Ramos secuestrado hace siete años en Garzón, Hamilton Pérez Acevedo hace 11 años y los de José Ever Benavides, secuestrado un 22 de enero del año 1992.
Y en la plaza de esta localidad se insistió en la ruindad de un delito que en el departamento del Huila separó también de sus familias a Carlos Alberto Quintero a Luis Ever Murcia, a Yainid Acero y a Graciela Jalbin.
El periodista Pedro Nel Ospina reitera que la sociedad y todos los estamentos del país deben volver sus a ojos sobre los secuestrados, al anunciar una nueva marcha para el primero de marzo entre Garzón y el Pital.
Al final la consigna de este periodista parece justificar de una manera certera estas marchas, cuando insiste en que “los secuestrados deben volver porque las familias están sufriendo, las mamás se están muriendo en silencio, los hogares se han dividido y lo peor es que los hijos han cogido por rumbos distintos, que no siempre son los mejores”.