De Semana.
Así lo dijo la periodista Salud
Hernández, quien relató detalles de su secuestro a manos del ELN en el
Catatumbo.
Era la tarde del pasado sábado 21 de
mayo y Salud Hernández estaba angustiada. No era para menos. Sujetos
desconocidos le habían robados sus equipos periodísticos en El Tarra (Norte de
Santander).
En principio, la comunicadora
colombo-española pensó que se los regresarían pronto, pues con ello podía
continuar su camino hacia Tibú, donde seguiría con su labor. Pero se encontró
con una desagradable sorpresa: su secuestro.
Este viernes, tras su liberación
después de seis días en poder del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Salud
Hernández habló con el periodista Giovanni Mejía Cantor, corresponsal de
Semana.com en Ocaña y director de noticias del canal comunitario TV San Jorge
en ese municipio. A él le contó detalles de su secuestro, que este portal
revela en exclusiva.
“Yo fui voluntariamente. Pensé que
ellos me habían quitado el equipo y me lo iban a devolver. Pensé que me lo
devolverían, conversábamos y yo seguía para Tibú. Y no. La sorpresa fue que me
secuestraron, me pusieron la ropa, me quitaron lo mío y dijeron ‘ahora se
quedan con nosotros unos días’”, narró la corresponsal en Colombia del diario
El Mundo de España.
En ese momento Hernández supo que su
investigación en el Catatumbo quedaría inconclusa. “Si yo estoy secuestrada, no
hago ningún trabajo periodístico. Yo trabajo cuando estoy en libertad. Quedé
como una idiota confiándome en ellos, y ellos cometieron un error”, expresó.
Además, enfatizó que no entrevistó a ningún miembro del Comando Central del ELN.
Y aunque la reportera llegó a esa
región con la idea de conocer los otros problemas sociales que adolecen al
Catatumbo, aparte de la violencia, terminó viviendo en carne propia la
experiencia de la vida en el interior de un grupo guerrillero.
Caminó eternos trayectos, se
transportó en carro, moto y hasta en mula. En seis días estuvo en cinco sitios
distintos. Se vistió de sudadera, botas y gorra. Salud Hernández conoció la
otra cara del Catatumbo y compartió sus horas con miembros del principal grupo
armado que se mueve por esa zona.
Mientras estuvo en el monte nunca
dejó de mostrar su descontento con la situación. Pedía explicaciones, pero las
respuestas eran esquivas. Lo único positivo que Hernández resaltó de su tiempo
de cautiverio fue el trato.
“El tratamiento fue bueno porque los
colombianos son gente amable, son educados, y los guerrilleros no vienen de
otra galaxia. Además son muy correctos con la gente de mi edad. El trato fue
siempre muy correcto”, puntualizó.
Sentada en un mueble de la casa cural
de Ocaña, la comunicadora seguía preguntándose cuál era el objetivo del Frente
de Guerra Nororiental del ELN. “Fue una torpeza del ELN, porque esto no conduce
a nada. Y de alguna manera ahonda su imagen de falta de voluntad para negociar
un proceso de paz. No tiene ninguna justificación”.
Pese a todo lo ocurrido, la
periodista no se arrepiente de haber pisado la zona. Sin titubear asegura que
volverá y seguirá con sus trabajos periodísticos, tal como lo viene haciendo
desde 1999. “Sí volveré (…) Creo que el Catatumbo es una región
impresionantemente bonita, una región de gente echada para delante. Solo hay
admiración hacia ellos”, concluyó su relato