Los oficiales que se han atrevido a denunciar al general
Palomino o a sus hermanos terminan fuera de la Policía y con frecuencia son
perseguidos desde la institución.
La Policía Nacional
vive uno de los peores periodos de su historia. Cada día emergen evidencias de
corrupción en una institución que –con años de esfuerzo– había logrado
recuperar su credibilidad después de superar otra etapa de postración. El
general Rodolfo Palomino se quedó en la dirección a pesar de los
cuestionamientos que pesan en su contra. Un resultado bueno para él, pero malo
para la Policía y peor para Colombia.
Hay varios hechos que no se pueden pasar por alto.
Primero, es cierto que
ha existido una pugna interna en la Policía y que quizás sin esa pugna Colombia
no se habría enterado de lo que venía pasando en la administración de Palomino.
Segundo, la salida del
general Gilberto Ramírez Calle es saludable para la unidad institucional. También
es buena la eliminación de la Secretaría de Seguridad Presidencial que terminó
convertida en una siniestra jerarquía paralela. De esa oscura y poderosa
oficina sacaron provecho –para ellos y para sus amigos– el general Mauricio
Santoyo, hoy preso en Estados Unidos; y el general Flavio Buitrago, acusado de
enriquecimiento ilícito.
Tercero, existen
evidencias de que las periodistas Claudia Morales, de Caracol, y Vicky Dávila,
de La F.m. de RCN, fueron seguidas y espiadas sus comunicaciones privadas.
Estos seguimientos coincidieron con sus informes periodísticos sobre presunta
corrupción y abuso de poder por parte del general Palomino.
Cuarto, no siempre los
responsables obvios son los verdaderos. Varias direcciones de la Policía y
otras agencias de seguridad pueden haber hecho los seguimientos ilegales. Cabe
incluso la posibilidad de que un sector haya hecho esos seguimientos para
culpar a otro.
Quinto, hay evidencias
claras de que –también– hay corrupción en sectores que no son afines al general
Palomino. El llamado carrusel de los reintegros es un ejemplo. Los casos se
deben investigar y los responsables deben ser judicializados. Sin embargo, la
existencia de esos focos de corrupción –algunos ajenos al círculo del director–
no borran las verdades sobre Palomino.
Sexto, está probado más
allá de cualquier duda que varios oficiales cercanos al director de la Policía
trataron ilegalmente de persuadir al coronel Reinaldo Gómez de retirar una
grave acusación contra el general Palomino. El coronel Gómez dice que Palomino
lo acosó sexualmente años atrás. Hay una grabación que demuestra que tres
oficiales lo presionaron para que cambiara su versión.
Este caso de presunto
acoso sexual no está probado. Es una situación de palabra contra palabra, a
diferencia de otros casos donde existen conversaciones grabadas y fotografías.
Lo que está demostrado es que los tres oficiales intentaron desviar la
investigación presionando al denunciante. Esos oficiales son el coronel Ciro
Carvajal, entonces secretario general de la Policía; el coronel Flavio Mesa, en
ese momento comandante de la Policía de Cundinamarca; y el mayor John Quintero,
abogado de la secretaria general y ahijado de matrimonio del general Palomino.
Séptimo, aunque en
medio del escándalo la Policía anunció que los tres oficiales implicados serían
separados de la institución, la realidad ha sido otra. El coronel Carvajal
pidió el retiro pero no se lo aceptaron y ahora trabaja en la división de
talento humano. Por su parte, el mayor John Quintero fue ascendido
silenciosamente a teniente coronel. El general Palomino, su padrino y único
beneficiario de su falta, tramitó el ascenso el pasado 30 de diciembre.
Octavo, los oficiales
que se han atrevido a denunciar al general Palomino o a sus hermanos terminan
fuera de la Policía y con frecuencia son perseguidos desde la institución. La
capitana Tania Rodríguez denunció irregularidades en el manejo de recursos por
parte del coronel Jorge Evelio Palomino, hermano del general y por esos días
director de la Escuela de Carabineros de Vélez. Ella fue expulsada de la
Policía y ha recibido amenazas. En contraste, el coronel Palomino fue
condecorado y ahora es enlace de la Policía con el Ministerio del Interior.
También fue sacado de
la Policía el coronel Jorge Octavio Vargas Méndez, primero de su promoción,
acusado de filtrar a la prensa un documento que mostraba que nada le pasó al
otro hermano del director, el coronel José Luis Palomino, ni al asistente del
general Palomino, el capitán John Lasso, involucrados en un abuso de “usted no
sabe quién soy yo” contra dos sencillos patrulleros.
La comisión armada por
el gobierno Santos para absolver a Palomino –que incluye a Jorge Hernán
Cárdenas, beneficiario de millonarios contratos de la Policía– tendrá que
esforzarse para justificar su dictamen.