Durante más de dos
décadas, el Doctor se encargó de ampliar el radio de acción de un espacio
diseñado para que la realidad nacional, la música y el humor comulgaran en
armonía.
Por: Juan Carlos Piedrahíta B.
D. El Espectador
El próximo año, Hernán
Peláez Restrepo continuará al aire en ‘El pulso del fútbol’ y en ‘Café
Caracol’.
Lo que hizo Hernán
Peláez Restrepo durante más de veinte años fue manejar los ritmos de las tardes
colombianas. Con inteligencia, paciencia y mucha generosidad incrementó las
audiencias y supo encontrar ese tono medio, ese equilibrio certero, que
multiplicó el respeto y el cariño que los oyentes, “en el país, el exterior y
en las selvas nacionales”, ya le tenían al consagrado comentarista del deporte
rey.
Es ingeniero químico de
profesión, aunque Guillermo Díaz Salamanca, su compañero durante muchas
jornadas radiales y quien hoy puede fungir como representante de la competencia,
lo ha definido con habilidad en dos palabras muy parecidas: ‘ingenioso’ y
‘cómico’. El Doctor Peláez, como parece oficializarse la forma de llamar al
hombre que diseñó un espacio de emergencia para acompañar las oscuras tardes de
los colombianos durante el racionamiento energético a comienzos de la década
del 90, es un alquimista sabio en la teoría y en la práctica.
Combinar elementos como
la realidad social —con todo y sus componentes escabrosos a ratos—, con la
música, el deporte y el humor, es una tarea chuleada en la radio nacional
gracias en buena parte a la destreza de Hernán Peláez. Él consiguió crear la
atmósfera apropiada para ofrecer un programa variado, condimentado con matices
y contundente a la hora de abordar cada tema como una historia particular con
comienzo, desarrollo y desenlace.
Desde el inicio de su
gestión al frente de La Luciérnaga, de Caracol Radio, entendió que en las
diferencias podía encontrar las fortalezas de su espacio. Por eso dejó ser a
los integrantes y cada quien pudo, por supuesto con la guía permanente del
Doctor Peláez, evolucionar en sus apreciaciones periodísticas. Profesionales tan
disímiles como Édgar Artunduaga, Antonio José Caballero, Camilo Durán Casas,
Héctor Rincón, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Claudia Morales, Pascual Gaviria y
Gabriel de las Casas tuvieron la oportunidad de ser genuinos al aire y eso es
lo que más han valorado los oyentes.
Y en eso consistió el
éxito de Hernán Peláez como director y conductor radical. Las palabras eran
responsabilidad de cada uno. Sin embargo, lo que siempre fue potestad absoluta
de la cabeza del programa era la extensión del discurso, el control de los
minutos al aire y el momento de la intervención. Él fue como el administrador
de las opiniones y con criterio supo establecer prioridades sin casar peleas
gratuitas ni servirse de su rol para pisotear integridades ajenas.