Estudio sobre consumo
indica que entre más dinero se gana, menos se dedica al rubro de alimentos.
Alejandro Ramírez
Peña.
En el informe se advierte que las tasas de
interés más bajas generarán menores retornos para los fondos de pensiones.
Los colombianos que superan la pobreza
comienzan a gastar y consumir más en rubros relacionados con el transporte y
comunicaciones y los llamados gastos varios que comprenden, para el primero,
compra de vehículos y su mantenimiento, pago de transporte público, servicios
de correo y telefonía, y, para el segundo, bebidas alcohólicas, tabacos,
productos de aseo y cuidado personal, servicios financieros, etcétera.
Así lo muestra la firma
Raddar, especializada en consumo, que comparó los gastos que se hacen cuando el
ingreso por persona es de 211.807 pesos (corresponde a la línea de pobreza en
Colombia) y cuando las personas saltan a tener ingresos medios o altos.
De acuerdo con estos
datos, al superarse la pobreza (logro que cubrió a 784.000 personas en el país
en el 2014), el rubro de gasto que más crece es el de transporte y
comunicaciones, que pasa de comprometer el 10,6 por ciento de lo que percibe al
16,3 por ciento.
Le sigue en el
escalafón de los que más crecen, el de los gastos varios, en el cual los
porcentajes pasan de 7,9 por ciento a 11,7 por ciento.
En tercer lugar aparece
la educación, en la que se tienen en cuenta los gastos en matrículas,
pensiones, útiles escolares, etcétera, y que se incrementa del 3,1 por ciento
al 5 por ciento.
Con respecto al gasto
en transporte y comunicaciones, por ejemplo, cuando las personas pasan del
ingreso bajo al medio, el gasto en vehículos y otros transportes personalizados
se multiplica por siete. De igual manera, al salto en educación contribuye el
ingreso a la educación superior y a la no formal, cuyo gasto también se
multiplica por siete.
Y en el renglón de los
gastos varios, los que salen de la pobreza destinan una buena tajada de sus
ingresos a servicios financieros, rama con la que la población de ingresos
bajos tiene una relación incipiente o casi nula.
Para Jorge Iván
González, experto en temas de pobreza y desigualdad, es difícil saber en qué va
a gastar la plata una familia que sale de la pobreza porque todavía está en el
umbral.
“Los bienes de lujo son
para personas que ganan más de 15 o 20 millones de pesos, pero cuando se está
en la frontera de la pobreza se siguen teniendo muchas angustias y necesidades
básicas. Sin embargo, una mejor vivienda, educación para los hijos y mejores
condiciones de ubicación en la ciudad serían lo primero”, señaló González.
Para el experto, cuando
los ingresos son mayores, la persona también tiende a ser más influenciable y,
por lo tanto, a comprar lo que los demás consumen.
“Viene el ‘yo quiero
parecerme más a mi vecino que compró carro’ antes que mandar a mi hijo a la
universidad. Esto porque se piensa que el vehículo dará más estatus”, agregó.
González dijo que, a
medida que aumenta el ingreso, la participación de los bienes necesarios
disminuye y se vuelven prioritarios los bienes de lujo, luego rubros como el de
la alimentación pierden relevancia, mientras que en las familias pobres ítem
significa al menos el 35 por ciento de su ingreso.
Los cálculos de Raddar,
sobre hábitos de los hogares en condición de pobreza, indican que una familia
de bajos recursos ($ 211.807 mes/persona) destina 41 por ciento de ingresos a
alimentación, 26,7 por ciento a vivienda y 10,6 a transporte y comunicaciones.
En gastos varios
invierten 7,9 por ciento; en salud, el 4,7 por ciento; en vestuario y calzado,
3,9 por ciento, mientras que en educación, 3,1 y tan solo el 2 por ciento en
cultura, diversión y esparcimiento.
No obstante, cuando se
alcanza un grado de ingresos catalogado como medio, las preferencias de consumo
de la población sufren modificaciones.
Y aunque en este nivel
el gasto en alimentos sigue siendo al que más se le invierten, sí se reduce en
un 10,9 por ciento y se ubica en el 30,1 por ciento, seguido por la vivienda,
que disminuye al 24,3 por ciento.
Los gastos en salud, de
acuerdo con la investigación, no cambian. Se mantienen en el 4,7 por ciento,
pero de ahí en adelante las cifras comienzan a subir.
En orden de
prioridades, el rubro para cultura, diversión y esparcimiento pasa del 2 al 3,5
por ciento; vestuario y calzado llega al 4,4 por ciento; educación, al 5 por ciento,
al tiempo que lo que se destina para las categorías de gastos varios y
transporte y comunicaciones se incrementa al 11,7 y 16,3 por ciento,
respectivamente.
Cambio extremo
Pero si entre niveles
bajo y medio se observan diferencias en los hábitos de consumo, cuando los
ingresos son altos las tendencias y prioridades sí tienen cambios fuertes.
Así, el gasto en
alimentos se reduce del 26,1 por ciento en los hogares de ingresos medios a
14,9 por ciento.
En cuanto a la
destinación de recursos para vivienda, para el nivel medio es del 30,1 por
ciento y para el alto, del 22,1 por ciento.
Otro gasto que cae a
medida que los ingresos suben es el del vestuario y el calzado (del 4,4 por
ciento del nivel medio pasa al 3 en el alto). La misma tendencia se conserva en
el rubro de la salud (baja del 4,7 al 3,6 por ciento).
La asignación de plata para
educación, entre tanto, se mantiene inalterada, pues solo varía el 0,1 por
ciento entre los grados medio (5 por ciento) y alto (4,9 por ciento).
Por el contrario, entre
los ciudadanos de mayores ingresos se evidencia mayor inversión en cultura,
diversión y esparcimiento, al llegar al 4,1 por ciento.
Las diferencias más
visibles entre los niveles de ingresos bajos y medios frente a los altos están
en el rubro de gastos varios, que crece al 15,3 por ciento. Sucede igual con el
transporte y comunicaciones, que con el 32,1 por ciento es el porcentaje más
elevado.
Según el estudio de
Raddar, cuando una persona o familia recibe menos ingresos, sus gastos los
absorben la alimentación, la vivienda y, en menor proporción, la educación.
Para el nivel medio, aunque
baja un poco, los alimentos y la vivienda continúan siendo las prioridades,
pero entran a cobrar más relevancia el transporte y las comunicaciones, así
como los llamados gastos varios.
Por último, el estudio
deja claro que cuando en un hogar hay ingresos superiores, estos
preferiblemente se destinan a la compra de vehículos y su mantenimiento, a
viajar y a adquirir artículos personales y servicios financieros, al tiempo que
el gasto en ocio se vuelve más importante.