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Tras el atentado con
explosivos que se registró la madrugada de este domingo, el ambiente en el
municipio atlanticense se siente tenso, coinciden algunos habitantes.
A las cuatro de la
mañana Zuly Carbonón se levantaba de su cama. No sabía que era tan temprano y
cuando vio la hora se regresó a dormir. Fue interrumpida porque minutos después
los vidrios de su ventana volaron, el cielo raso se alzó y el aire fue cubierto
por un humo blanco. Se escuchó una gran explosión en el barrio Soledad 2000.
Era un ataque.
“Salí del cuarto y
corrí por toda la casa porque no sabía ni dónde meterme. Lo primero que pensamos
es que se presentaba un terrible temblor. Empecé a gritar que algo ocurría
afuera”, contó Carbonón, ama de casa de 36 años.
Pero el estruendo no
era producto de ningún fenómeno natural, sino efecto de un artefacto explosivo
en la estación de Policía del sector, el segundo en menos de 24 horas en el
área metropolitana de Barranquilla.
Cuando en esa pequeña
casa blanca se atrevieron a salir a la terraza, a cruzar la calle, fue que
descubrieron qué ocurría. El mismo panorama que asustaba a los miembros de la
Iglesia de la equina, de los habitantes
cercanos al Cai, de todos los que vieron la escena en Soledad 2.000.
“Los policías corrían
desesperados para ayudar a sus compañeros. Había gente herida y pidiendo
ayuda”, relató Álvaro Berdugo, secretario de la Parroquia Medalla Milagrosa.
Las ventanas de ese
templo, como muchas en el barrio, están destruidas. Algunas paredes rajadas y
techos quebrados. Las instalaciones del Instituto Luis Sánchez Porto Club de
Leones también resultaron afectadas. Por los daños ocurridos, mañana los
estudiantes no tendrán clases, según indicó una docente del centro educativo.
“Se cayeron lámparas
y se dañaron los techos de tres salones, del baño de hombres y tampoco tenemos
servicio de energía eléctrica”, contó un funcionario de la institución.
El ambiente en
Soledad se siente tensionado, coinciden algunos habitantes. Sin embargo, los
más creyentes no dudaron en orar como habitualmente lo hacen en la eucaristía
de las 6 a.m.
“Pedimos por las
personas heridas y sus familiares, por la seguridad y tranquilidad del barrio.
No queremos que esto siga ocurriendo”, dijo Berdugo, mientras observaba por su
ventana como una grúa recogía los pedazos de concreto y demolía la estación de
Policía de Soledad.