Por la Doctora Luna Yamile Celis Torres.
Desde cuando me informaron que había sido una
de las seleccionadas para ir a China a intercambiar conocimientos y
experiencias en periodismo no pude contener mi emoción y unas cuantas lágrimas.
No podía creer que iba a conocer esa cultura que siempre había llamado mi
atención y generaba total curiosidad; además compartir con periodistas de otros
países. Reconozco que para mí era algo deleitable.
Cuando se acercaban los días para el viaje mis
nervios se intensificaron, pero aclaro que eran nervios, miedo nunca. Cuando
llegamos a China me sentía como una niña que aprecia desde las etiquetas de
publicidad en el aeropuerto, su forma, su letra; hasta los edificios y torres
que desde allí ya se observan.
Me sentía como si hubiese caído por un agujero
y llegado al “País de las Maravillas”. La primera persona que nos habló en
castellano y con la que interactúé fue con Simín, una de nuestras intérpretes.
Desde ahí todo empezó a ser mágico. Ya estábamos en China, nueve colombianos en
manos de Simín pues no entendíamos nada a nadie y todos los letreros estaban en
“chino”.
Todo paso rápido, la llegada al hotel,
descansar un poco, y dormir para amanecer radiante pues al otro día era la
inauguración del evento de bienvenida por parte del Grupo de Publicaciones
Internacionales de China.
Puedo decir firmemente que me deleité con las
conferencias, escuchar hablar a todos los profesores en su idioma y luego su
traducción, participar e interactuar con los demás compañeros periodistas
Latinoamericanos. Escuchar y observar sus diferentes acentos, lenguajes,
costumbres, formas de hacer preguntas periodísticamente resultaban para mi algo
atractivo, pues de cada uno de ellos aprendía y podía visualizar las
diferencias en el comportamiento que como seres humanos siempre tenemos. Y de
eso estaba fascinada.
Me parecía gracioso que los panameños hablaban
fuerte y reían mucho; así aprendí a quererlos, son gente amable, y muy
directos; de carácter y mal genio algunos pero buenos seres humanos. En un
principio los confundí con los periodistas de República Dominicana y Cuba por
su acento. Para mí, todos eras “tropicales y felices”
Los chilenos un poco más callados, pero
también muy juiciosos, más parecidos a los “rolos” en Colombia. La
representante de Cuba inigualable en su sencillez y humildad, tuve bastante
empatía con Ismary. Los periodistas de Perú, muy dedicados a su labor de
informar, gente amable y sencilla; Armando, excelente presentador; linda la
fotografía de Ángel. Los periodistas de Bolivia me dejaron enamorada de su don
de gente y de lo esmerados y fascinados al igual que yo con todo; Sabia de su
traje típico, sus largas trenzas, y calidez.
Honduras, República Dominicana, Salvador, y
Guinea Ecuatorial también muy concentrados en sus labores, en representar bien
a su país y muy cálidos al igual que todos incluyendo a mi país Colombia, muy
prestos a aportar ideas y a aprender los unos de los otros bajo la guía de la
sabiduría China.
El Templo de la Masacre es un lugar sagrado e
histórico en donde China recopiló muestras, imágenes, fotos, y una fosa real,
de la invasión de Japón a su pueblo como homenaje a las trescientas mil
víctimas ( 300.000 ) caídas en este ataque.
Este templo en forma de museo desató en mí
diferentes sensaciones comenzando por concientizarme de la importancia en que
los pueblos del mundo encuentren la PAZ. Además de sentirme consternada y
triste por todo lo que allí viví, observé y compartí con Cecilia Lee (una de
nuestras intérpretes, de nacionalidad China, a propósito, muy estudiosa e
inteligente, con quien nos expresamos el dolor que sentimos en ese momento)
llegué a la conclusión de que cualquier guerra es absurda, es hora de la PAZ en
mi país, Colombia. Ver esa fosa con esqueletos reales, movió mis entrañas y
sentí rabia por la ignorancia y falta de humanidad en la que ha caído el
hombre. Estos fueron algunos de los motivos que me llevaron a investigar y
profundizar un poco más en la historia de éste crimen.
La invasión se produjo en el año 1937 en
Nankín, ahora Nanjing. En esa época, Nanjing era la capital de China. Este
ataque es considerado como la primera batalla de la segunda guerra mundial y la
segunda guerra chino-japonesa, en la que quedaron trescientas mil (300.000)
víctimas a manos del gobierno japonés.
La guerra comenzó el 7 de Julio de 1937 en
Pekín, pero luego en diciembre obligaron al gobierno chino a trasladarse a la
ciudad de Chongquin; luego invadieron Nanjing (actualmente capital de la
provincia de Jiangsu)
En seis semanas China tenía tres centenares de
víctimas, asesinados a sangre fría, otros enterrados vivos y más de veinte mil
mujeres violadas. En ese entonces el territorio chino era muy débil; Japón
tenia poder, pero poco territorio por lo que llevaba esperando un tiempo la
oportunidad o el pretexto para invadir.
El extravío de uno de los soldados del
gobierno japonés durante un corto tiempo fue el “Florero de Llorente
Colombiano” en Pekín.
Los primeros territorios que perdió China
fueron las provincias del noroeste. Eran las tierras de mayor riqueza pues eran
fértiles y tenían abundantes cosechas.
Considerado como un acto atroz dentro de la
misma masacre, está el concurso de dos militares japoneses; éste consistió en
quien de los dos llegaba primero a matar cien o más ciudadanos chinos en menos
tiempo. Uno de ellos asesinó 105 y el otro a 106 personas; luego cambiaron los
criterios y resultó siendo un concurso de 150 muertos. De éste acto existen
imágenes en el Templo de la Masacre.
De los actos violentos existen algunas
fotografías en el “templo”, éstas fueron captadas por Jhon Magic, un fotógrafo
de China oculto. Es lo más representativo del periodismo en el “museo”, junto
con las imágenes de una profesora de Japón que se dedicó a visitar y
entrevistar a doscientos cincuenta militares ancianos de Japón.
También reside allí una pintura en óleo con el
nombre de “Masacre, Vida y Buda” . Esta obra le ha dado la vuelta al mundo, por
su crudeza, y crueldad; refleja a un niño llorando sobre un cadáver (significa
la esperanza de vida), a un monje ayudando gente (representa la ideología del
budismo) y a dos militares a la izquierda (representa la masacre).
Como cosa curiosa cuentan allí en “templo”,
que en tiempos de la masacre los ciudadanos chinos sobrevivientes cantaban la
“canción del frijol”. Era una canción de optimismo, para darse ánimo, ya que el
frijol era el único alimento que tenían para subsistir.
En el año 2007 cuando comenzaron a construir
la sede de exhibición del “templo”, hallaron una fosa real con cadáveres de las
víctimas de ésta masacre. Fotos, imágenes, monumentos, y una réplica de la
cámara fotográfica de Jhon Magic hacen parte de este lugar sagrado para el
pueblo chino.
La invasión duró catorce meses y la masacre se
produjo en seis semanas, según informe de los guías e intérpretes del museo. El
lugar fue diseñado por un joven llamado QI KANGNAN; y fue construido como
homenaje a las trescientas mil víctimas
( 300.000 ) caídas en este ataque y símbolo de paz para el mundo.
Este sitio sagrado muestra la preocupación y
el compromiso del gobierno chino hacia su pueblo y el mundo en temas de
educación, tradición y cultura y paz; además de la añoranza de no repetición de
una masacre como ésta. Conscientes de la importancia de la paz son un pueblo
que tiene claro que pacíficamente, combinando la diplomacia, y el trabajo en
conjunto a través de la cooperación internacional se está más cerca del mundo.
Debo aplaudir además de la cultura China, sus
tradiciones, su organización económica interna, su humildad partiendo de la
base de que no se consideran un país “potencia”, sino un país en desarrollo,
consideran que para ser un país desarrollado deberán exterminar el hambre y la
pobreza; su disciplina, y el interés constante que se ha visualizado durante
las cumbres del G20 por darle
sostenibilidad financiera a la economía mundial.
Es así como China se preocupa por profundizar
en el intercambio y la cooperación en materia de partidos políticos, órganos
legislativos, ciencia, tecnología, cultura, educación, turismo y prensa, con el
fin de estar más cerca del mundo. Para ello han denominado este año 2016 como
el año del intercambio cultural y han resaltado la importancia de que en todo
el mundo se informe con veracidad y se acabe con los “mitos” que se tienen
sobre China. Son un país que reconoce que la distancia geográfica y el idioma
los aleja del mundo, pero es un país que
trabaja en ello.
La concepción más importante y de lo que sigo
aprendiendo es que China es un país de gente cálida, dulce, amable, sin egos,
responsable, estudiosa, juiciosa, pero sobre todo muy humana.