El fundador y
accionista de la publicación, Felipe López, rompe su silencio y habla de la
salida.
De: María Isabel Rueda 02 de
junio 2019, 08:55 a.m.
Se ha armado un enredo grande con la salida de Daniel
Coronell, gran columnista de esa casa, y del cual usted ha sido el
protagonista. La gente conoce la versión de Daniel, pero todavía no la de
‘Semana’...
Para mí, este
lamentable episodio comenzó relativamente normal, pero gradualmente se fue
saliendo de madre, hasta que explotó.
¿Qué es lo que usted llama normal y qué fue lo que explotó?
Lo normal es que
‘Semana’ está llevando a cabo una investigación sobre una controvertida
directriz del Ejército, que podría ser interpretada como un incentivo para
volver a los días de los ‘falsos positivos’. Esa investigación se prolongó
porque salieron nuevos elementos y más graves y, en ese proceso, ‘The New York
Times’ se adelantó con un informe en el mismo sentido. Hasta ahí se trataba de
un revés periodístico de esos que suceden con frecuencia.
¿A qué llama “elementos más graves” que, según usted, han
surgido en medio de la investigación?
Yo no sé, porque no
manejo directamente la investigación. Pero, por ejemplo, vi que para el equipo
de ‘Semana’ era muy importante establecer si había habido muertos o no,
originados en esas directrices militares. Cuando me hablaron de eso,
afortunadamente no había. Pero, como le digo, no soy la persona adecuada para
hablar en detalle sobre el contenido.
¿Y lo que usted llama explosión fue la columna de Daniel
Coronell?
La columna de Daniel
nunca fue el problema. En los 37 años de ‘Semana’, nunca se ha censurado a un
columnista. La de él se trataba de unos interrogantes válidos que un columnista
le puede hacer a su medio. Concretamente, lo que preguntaba era por qué se
prolongó tanto la investigación y si eso significaba que iba a ser engavetada.
¿Fue engavetada? Alejandro Santos, director de 'Semana',
respondió que no...
Alejandro pensaba que
lo único que tocaba hacer era contestar sin ningún misterio. Aclaró que por
tratarse de un tema delicado, había que manejarlo con responsabilidad y rigor,
pero que definitivamente las investigaciones de interés público no se
engavetaban en ‘Semana’. Por eso, en la revista se pensó en que ahí terminaba
ese episodio.
El columnista ha dicho que no quedó satisfecho con la
explicación del director...
Es ahí donde, a mi
juicio, comenzó el problema. Él le reviró públicamente a Alejandro que no
consideraba esa explicación satisfactoria. Y eso creó un desconcierto.
Alejandro Santos no ha hablado públicamente. Hasta el momento
de esta entrevista, solo a través de un trino...
Pero era la explicación
del director de la revista, y lo importante es que aclaraba que la
investigación no se había archivado. Daniel no aceptó esa explicación. Eso
equivalía a poner en tela de juicio la credibilidad de ‘Semana’ y en el
periodismo, eso es todo.
Si su decisión era
seguir poniendo en tela de juicio la credibilidad de la revista, lo lógico es
que lo hiciera desde afuera
¿Por qué no darle una segunda respuesta a Coronell?
Es que no era clara
cuál era la respuesta que él exigía. Seguramente, lo que querría era que
‘Semana’ aceptara que la investigación había sido engavetada, pero eso no era
posible porque no era la realidad. A esas alturas ya era evidente que había una
falta de confianza.
Demorar la publicación fue lo que condujo a pensar que no la
querían sacar... ¿Acaso no la tenían?
Aplazar la publicación
de un artículo es un tema recurrente en la actividad periodística. La
investigación estaba en curso, y en ningún momento se consideró no publicarla.
Hay investigaciones inconclusas que, por diferentes criterios, toman tiempo e
incluso llegan a no publicarse. Esto puede depender de elementos como una
información clave, una noticia gorda, o una coyuntura diferente.
A mí me parece que a
‘The New York Times’ le faltaron fuentes de lado y lado, pero finalmente
terminó ese influyente diario publicando la misma investigación en menos de
quince días. Ustedes no lo hicieron en meses, aparentemente teniendo la misma
información...
Tengo entendido que lo
que publicaron ellos no es exactamente lo que nosotros teníamos. Lo que existió
fue una diferencia de criterios. El NYT consideró que lo que tenía era
suficiente y nosotros, que aún había aspectos pendientes. En un país como
Colombia hay muchas consideraciones para tener en cuenta en una investigación
tan delicada, incluyendo la protección de las fuentes y la seguridad personal
del equipo periodístico.