Preciosas, solteras y simpáticas. Así son las jóvenes de un pueblo de Brasil que buscan pareja.
Aunque parece una fantasía es una tragedia. Las mujeres de Novoia do Cordeiro, un pueblo situado al sudeste del Brasil, están ansiosas de conocer hombres para algo tan elemental y sencillo como dar un beso: “No he besado a un hombre en mucho tiempo. Todas soñamos con enamorarnos y casarnos, pero nos gusta vivir aquí y no queremos dejar el pueblo para ir en busca de un marido. Nos gustaría que los hombres dejaran sus vidas para venir aquí y ser parte de las nuestras. Pero antes tienen que estar de acuerdo con hacer lo que decimos y vivir bajo nuestras reglas”, dice una de ellas.
La joven, que como la gran mayoría de mujeres de este poblado son conocidas en el país por su extraordinaria belleza, explica que la mayoría de los hombres de allí se marcharon a buscar futuro en otras regiones del país, otros trabajan lejos y los pocos que se quedaron ya están casados.
La joven, que como la gran mayoría de mujeres de este poblado son conocidas en el país por su extraordinaria belleza, explica que la mayoría de los hombres de allí se marcharon a buscar futuro en otras regiones del país, otros trabajan lejos y los pocos que se quedaron ya están casados.
La historia llamó tanto la atención que The Telegraph, uno de los medios más importantes de Gran Bretaña, envió a un periodista para confirmar el suceso. El reportaje es tan llamativo que fue recogida por El Mundo de España.
Los rotativos cuentan que la comunidad femenina de Noiva do Cordeiro, que se traduce como la esposa del cordero, tiene una gran reputación desde que su fundadora, Maria Senhorinha de Lima, se instalara en el pueblo cuando fue acusada de ser una adúltera y se exiliase de su propia iglesia y de su casa en 1891.
Una de sus nietas, Delina Fernandes Pereira, todavía vive en el valle, que se encuentra a 96 kilómetros de la capital del estado de Belo Horizonte. Ella -según los periódicos- que causó controversia al casarse con un pastor cuando tenía 16 años, dice que el pueblo aún sufre los prejuicios relativos a su pasado.
Las mujeres asumen la mayor parte de la responsabilidad en la comunidad, incluyendo la planificación y los asuntos religiosos.
A algunas, sin embargo, no les gusta tanta publicidad. Elida Dayse, que organiza visitas en la zona, dice que “parece que la mayoría de la población son mujeres, pero en parte es porque durante la semana los hombres se encuentran trabajando en la ciudad”. Sin embargo, algunas mujeres del pueblo tienen miedo de que ahora se llene de hombres y se destruya su forma de vida.
Por su parte, Rosalee Fernandes apunta que “hay muchas cosas que las mujeres hacen mejor que los hombres. Nuestro pueblo es bonito, organizado, y mucho más armonioso que si los hombres estuviesen al cargo. Cuando hay problemas o disputas resolvemos las cosas como mujeres, buscando el consenso en vez del conflicto”.
“Y siempre hay tiempo para parar y charlar, probarse la ropa de las demás, peinarnos y hacernos las uñas” dice. “Aquí los únicos hombres que conocemos las solteras están casados o son parientes nuestros, casi todos somos primos”, relata Nelma Fernandes, de 23 años. “Yo quiero besar a alguien distinto”.