Tomado de el Heraldo
El periodista cordobés fue el invitado central de la jornada
de ayer, en la que narró el significado de ser colombo-árabe.
Juan Gossaín marca el
horizonte ideal del periodismo nacional. Se ha ganado el respeto, pero sobre
todo, el afecto en una tierra que, con los años, aceptó como propios a los
nacidos en donde crecen los dátiles y el jazmín; de las cúpulas contra el
crepúsculo, del cetro y el olivo.
Fue en la Colombia tropical
de América del Sur donde vinieron a encontrar un vocabulario atiborrado de
expresiones nacidas en Oriente, en la tierra de sus ancestros, que parece
haberlos hecho recorrer un camino de 360°.
Los cuentos más buenos,
sacados de la cotidianidad de su vida colombo-árabe, fueron las noticias de
primera plana de la jornada de ayer del encuentro cultural de ambas
comunidades, que inauguró la mañana en el Auditorio de la Plaza de la Paz.
‘A la vuelta de la esquina’,
cruzando el Atlántico, las embarcaciones anclaban con “personas raras que
desayunaban aceitunas”, como anotó Ramón Fayad Naffah, exrector de la
Universidad Nacional, quien disertó al lado de la versión más ambivalente de
Gossaín, libanés y costeño al tiempo, que terminó por complementarse, y que no
tenía otro remedio que echar cuentos, “pues si hubiera sido alemán y criado en
París, hubiera sido médico”.
El hijo de San Bernardo del
Viento, un lugar inolvidable en sus historias, recordó su novela La balada de
María Abdala –sin siquiera mencionarlo–con una cotidianidad que daba relieve a
la intimidad de estas letras, a la realidad fundida en ellas, al narrar la
historia de una pareja de inmigrantes que resultó siendo la vida misma de los
padres de Gossaín.
Para agradecer la
hospitalidad de estas latitudes, el periodista recordó una anécdota que tuvo
lugar en un popular restaurante de ‘corrientazos’ en el Centro de Barranquilla.
“Menos mal iba yo con tres personas más”, aclaró para refrendar la veracidad
del hecho: en el menú del día, una inconsistencia casi natural pasaba
desapercibida: “Hay comida internacional y kibbe”.“Bendita la tierra que lo
recibe a uno y termina considerándolo local”, aplaudió, y el público no pudo
más que seguirlo.
Así, Gossaín llegó a una
conclusión parental que se le reveló como por arte de magia: “soy el hijo
legítimo de un kibbe y una arepa e’ huevo”, y luego de la confesión, vinieron
las risas.
Ramón Fayad continuó la
‘función’ al contar la historia de su abuelo, que comenzó llamándose Nadim,
pasó a ser Farid y terminó resultando Alfredo, todo por la incomprensión
idiomática de las primeras oleadas migratorias hacia Colombia, pero que el
tiempo acabó sorteando con fortuna, por lo que pudo bautizar a su hijo Salim,
en recuerdo de donde vino.
Influencia en la educación.
En la siguiente conferencia en la que participó el físico y matemático Fayad
Naffah sobre la presencia árabe en el desarrollo académico, destacó la
importancia de la cultura del Medio Oriente en la construcción de la educación
universitaria.
“La influencia ha sido tal
que las personas de descendencia árabe no solo han sido profesionales exitosos,
sino que además de haber estudiado formalmente, se incrustaron en la
universidad como profesores, y hemos llegado a ocupar los más altos cargos de
dirección académica”, resaltó el académico.
Señaló que viene realizando
un estudio en el que apunta a identificar profesores cuyo primer apellido sea
de origen árabe, discriminando entre hombres y mujeres.
“Ha sido muy interesante ver
cómo desde la década de los 40, y posteriormente los 60, descendientes de
libaneses vinieron a estudiar a las universidades colombianas y se han quedado
como profesores”, afirmó Fayad, docente de la Facultad de Ciencias Naturales y
Matemáticas de la Universidad del Rosario.
Hizo referencia a que si
bien la influencia árabe inició en el área de la salud, hoy hace presencia en
diferentes áreas como la agronomía, las ciencias naturales, la política y las
artes.
En la política. Dentro de
las personalidades que asistieron al encuentro estuvo el excontralor de la
República Julio César Turbay Quintero, hijo del expresidente de Colombia Julio
César Turbay Ayala, quien se destacó por ser el primer mandatario colombiano de
origen árabe.
“Muy interesante lo que se
está dando en este encuentro. Se han reunido personas reconocidas del mundo
académico, profesional y de la política”, afirmó Turbay Quintero.
“Mi padre dio un gran aporte
a este país en el campo político, y sin duda alguna hace parte de la historia
en el encuentro de estas dos culturas”, sostuvo.
Consideró que el éxito en la
relación colombo-árabe se debe a los beneficios que ha recibido de parte y
parte.
“Así como la gente que vino
de allá recibió la hospitalidad y amabilidad de los colombianos, estos
aportaron una nueva faceta al desarrollo del país, que hoy es mejor apreciada”,
finalizó.