Los delincuentes usan
cámaras termográficas que detectan el calor que dejan las huellas de las
personas en el teclado.
En los últimos días se
ha detectado que delincuentes con el uso de cámaras termográficas, están
robando las claves de los usuarios al reconocer el calor en donde se puso el
dedo.
Por ejemplo, la persona
ingresa al cajero y al terminar la transacción otro sujeto entra y es allí
cuando ocurre el robo.
El delincuente ingresa
y toma la foto con la cámara termográfica y registra el calor que dejó la
huella en el teclado. Y allí, por medio de ensayo y error, encuentra la clave
del usuario.
Con este hecho el
usuario termina siendo víctima de hurto por rastreo de huellas de calor, donde
los delincuentes usaron tecnología que es fácil de comprar por Internet, un
hecho más preocupante por la facilidad que da la web.
“Partamos del principio
que todos los seres humanos emanamos calor, todo aquello que tocamos deja un
rastro térmico. La intensidad del mismo depende del tiempo del contacto del
cuerpo con cualquier material o elemento”, afirmó Axel Día, abogado de Adalid.
Desde un millón de
pesos están los precios de estas cámaras que son difíciles de reconocer en la
calle ya que, visualmente, parece un forro grueso de un celular.
“Valiéndose de esto y
con herramientas sofisticadas tales como cámaras que identifican las emisiones
de calor del cuerpo humano y objetos, los ciberdelincuentes identifican cuáles
fueron las teclas utilizadas por sus víctimas al momento de hacer un retiro en
el cajero”, dijo el experto.
Díaz aseguró también
que este tipo de delitos tienen dos escenario: el primero es en cajeros
automáticos, mientras que el segundo sucede cuando los usuarios usan los
computadores en espacios no privados (parques, cafés Internet, bibliotecas,
entre otros).