En la conmemoración del
Día de la Tierra, que se celebra este 22
de abril, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) advierte que en
Colombia no se respeta la verdadera vocación de su suelo, un recurso natural no
renovable que también puede desaparecer.
De las más de 114
millones de hectáreas con las que cuenta el territorio nacional, el 56,23 por
ciento cuenta con una vocación forestal (64 millones de hectáreas), es decir
que está compuesto por tupidos bosques que deben ser conservados o aprovechados
de una forma sostenible.
Tan solo el 19,3 por
ciento de Colombia cuenta con características para la producción agrícola de
cultivos (22 millones de hectáreas) y el 13,3 por ciento es apto para la cría
de todo tipo de ganado (15 millones de hectáreas).
Sin embargo, según
estudios del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, debido al afán por sacarle
ganancia al suelo de forma equivocada, la realidad en el país es otra, lo cual
ha afectado considerablemente este recurso natural no renovable.
Actualmente, en
Colombia los territorios ganaderos ocupan el 30,5 por ciento (más de 34
millones de hectáreas), es decir en más del doble del terreno apto para tal
actividad. Por su parte, en solo el 4,6 por ciento de desarrollan cultivos (5,3
millones de hectáreas), de las 22 millones de hectáreas que cuentan con la
vocación para el desarrollo agrícola.
Según Juan Antonio
Nieto Escalante, director general del IGAC, este “mal uso” del suelo colombiano
ha afectado seriamente la sostenibilidad de este recurso natural, el cual tarda
cientos de año en recuperarse.
“Para recuperar solo un
centímetro de suelo afectado por quemas para la agricultura o por la erosión
causada por el ganado, se necesitan cientos de años. Esto de la mano de
acciones como reforestación y restauración ambiental. Por esta razón,
aprovechamos el Día de la Tierra para dar un mensaje a las autoridades y que
desarrollen estrategias y proyectos sostenibles para aprovechar los espacios
forestales sin afectar al medio ambiente, y se respete la verdadera vocación
agrícola y ganadera”.
Debido a este indebido
uso del suelo, cerca del 28 por ciento de Colombia padece de serios conflictos
como la sobreutilización por el exceso de agricultura y ganadería (15 por
ciento) y subutilización en zonas aptas para alguna actividad y que no son
aprovechadas (13 por ciento).
La principal amenaza de
los suelos tricolores es la erosión, la cual ya ha afectado el 35 por ciento de
todas las tierras del país.
Estos conflictos
afectan principalmente las regiones Caribe y Andina, mientras que la Amazonia
aún mantienen casi que intacto su espeso color verde.
A cuidar los suelos
Según el IGAC, en
Colombia se deben aplicar principalmente dos actividades para la conservación
de los suelos: mantener a toda costa las coberturas vegetales y un elevado
porcentaje de materia orgánica.
Para mantener la
cobertura vegetal, que protege al disminuir su exposición a los rayos ultra
violeta (lo que evita la evaporación del agua y la degradación de la materia
orgánica del suelo), el IGAC recomienda realizar tres técnicas: siembra
directa, silvo-agricultura y mulching.
La silvo-agricultura
consiste en mantener las especies arbóreas combinadas con pastos o cultivos
como hortalizas. Por su parte, la siembra directa evita la destrucción de la
capa vegetal por efecto del laboreo del suelo, aumentando así la cantidad de
materia orgánica y manteniendo la cobertura vegetal; y el mulching es una
cobertura del suelo por medio de material vegetal seco.
“Es importante aplicar
este tipo de técnicas en los suelos, pero ante todo se debe evitar la
deforestación, las quemas, el uso de herbicidas y el laboreo excesivo. El 28
por ciento del país ya cuenta con suelos afectados por la agricultura y
ganadería, o que están subutilizados, los cuales son los más vulnerables a
padecer en la sequía. Estas áreas están ubicadas principalmente en la región
Caribe y Andina, la Altillanura y el valle del río Cauca.
La otra manera para
proteger el suelo consiste en mantener un alto porcentaje de materia orgánica
en el suelo, lo que permite aumentar la microporosidad y mantener la humedad.
Para el IGAC, esto se
logra a través de la fertilización orgánica, los aportes de compost, gallinaza,
porquinaza y cultivo de abonos verdes. Igualmente, se debe disminuir el aporte
de abonos químicos, ya que generan gases de efecto invernadero, cuyo poder de
calentamiento es 300 veces superior al del dióxido de carbono (CO2).
“Si se aumenta la
cantidad de materia orgánica del suelo, incrementa la resiliencia (capacidad de
resistencia del suelo a la sequía o a la escorrentía); la captura de carbono
(que disminuye las emisiones de CO2). Contar con suelos de buena calidad es un
pro para evitar el calentamiento global, ya que si cuentan con una capacidad
alta para secuestrar el carbono representan un gran potencial de mitigación del
cambio climático. Sin embargo, en Colombia actualmente la cantidad de carbono
en el suelo o materia orgánica está en constante disminución por efecto del uso
de agroquímicos, como fertilizantes y herbicidas”, puntualizó Nieto Escalante.