D Semana.
La red era liderada por
una masajista que les compraba la droga a las FARC y luego la vendía en cinco
departamentos.
Mientras la tendencia
mundial se inclina por legalizar la marihuana y varios países ya dieron ese
paso, en Colombia la problemática causa muertes y demanda duras estrategias
policiales para combatir producción, tráfico y comercialización.
Precisamente la Policía
Antinarcóticos propinó un duro golpe contra esas organizaciones y puso al
descubierto la sofisticación que ha alcanzado el tráfico de marihuana.
Foto y texto de Semana |
Eso fue lo que
descubrieron las autoridades durante una operación que duró 14 meses y permitió
la incautación de 12 toneladas de marihuana, una tractomula, 11 camiones de
carga, cinco automóviles y la captura de 35 personas en Valle, Antioquia, Norte
de Santander, Huila y Cundinamarca. La droga incautada fue tasada en 24.000
millones de pesos.
Al frente de esa
organización criminal estaba una mujer a la que identifican como 'Lorena' o la
'Mona',cuya ocupación era la de masajista a domicilio.
“Esa mujer fue
capturada en el municipio de Miranda (Cauca) y a ella se le atribuye la
coordinación de toda la red”, dijo el general Jorge Nieto, comandante de la
Policía Ciudadana.
De acuerdo con el
oficial, ella, en calidad de coordinadora financiera, se encargaba de comprar
la marihuana “a los frentes sexto y 'Manuel Cepeda Vargas' de las FARC, que
tienen como principal zona de producción y acopio, las poblaciones de Corinto,
El Palo y Santander de Quilichao, en Cauca”.
Aunque hasta este
jueves en la mañana sólo se informó de la captura de 11 personas asociadas al
cartel de la marihuana, el general Nieto precisó que en total son 35 los
involucrados y que residen en Bogotá, Cali, Santa Marta, Cúcuta y Florencia.
Una de las cosas que
sorprendieron a los investigadores fue la manera coordinada como operaba ese
cartel, y las diversas tácticas que usaban para transportar la droga. Según
descubrieron, la marihuana era camuflada entre cargamentos de licores,
productos farmacéuticos y alimentos, como huevos, pastas, harinas y uvas. “De
igual manera, la ocultaban entre gigantescos carretes industriales, compresores
y contenedores, con doble fondo”.
Además, contaban con un
estratégico sistema de distribución en Bogotá, “la marihuana permanecía
almacenada, por muy pocas horas, en parqueaderos de algunas zonas francas y
desde allí la repartían en taxis, a los denominados ‘ganchos’, ubicados
principalmente en el centro y sur de la capital”.
Semejante operación
pone en evidencia que en efecto la producción, el tráfico y la distribución de marihuana se
convirtió en otro renglón financiero para los narcotraficantes.
A comienzos de este año
esta revista publicó un artículo en el que muestra cómo ese mercado ilegal
viene en ascenso, especialmente en el suroccidente del país. La nota revela
que, según documentos del Ministerio de Defensa, en los últimos diez años
(2003-2013) la incautación de marihuana se incrementó en 323 %, al pasar de 126
a 407 toneladas.
Lo paradójico es que
todo ello ocurra en Colombia, uno de los países que más sangre han derramado en
su lucha contra el narcotráfico, mientras que en otras naciones como Estados
Unidos, ya es legal.