POR LAS CONDICIONES CARCELARIAS EN EL
PAÍS
Mujeres marcharon por
el centro de la ciudad para rechazar los maltratos en las cárceles de Colombia.
TOMADO DE EL ESPECTADOR
La mujer que organizó la marcha de esposas y madres de presos
que desfilaron desnudas, desde la Torre Colpatria hasta el Ministerio de
Justicia, se llama María Piedrahíta. Tiene 57 años, los senos caídos, las
piernas gruesas y una voz aguda con la que gritó durante más de una hora:
“¡Abajo los muros de las prisiones, hay que pelear por los derechos en las cárceles!”.
Aunque esperaba alrededor de 30 mujeres en la marcha, sólo 11 se atrevieron a
quitarse sus pantalones y camisas por los más de 95 mil presos que hoy hacen
parte de la población carcelaria del país. Sin embargo, la protesta cobró
relevancia una vez se unieron más de 50 familiares, con pancartas y camisas,
que exigían el trato humano dentro de los centros penitenciarios.
La historia de Piedrahíta es la de muchas mujeres en
Colombia. Su hijo, condenado por homicidio, se encuentra recluido en la cárcel
de máxima seguridad de Guaduas, una institución que el Gobierno inauguró el año
pasado en respuesta al alto índice de hacinamiento en las cárceles. Según datos
del Inpec, la sobrepoblación es de más del 39,5%. Y aunque la cárcel parecía
una solución franca al problema, la versión de María es diferente: “En Guaduas
no hay adónde bañarse, la comida que le brindan a los internos es precaria y mi
hijo me dice que los guardias lo tratan como una rata. Incluso, para hacer mis
necesidades cuando voy de visita, debo ir con un balde de agua a usar la parte
de atrás de una camioneta que un señor alquila”.
Una versión similar cuenta Paola Marín*, una mujer de apenas
29 años que desde hace tres meses está padeciendo la tristeza de visitar a su
esposo en la cárcel La Modelo de Bogotá —prisión que retiene a más de 6.500
presos, aunque su capacidad sea de 2.700 internos—. Según ella, su compañero
sentimental —sindicado por actos terroristas— no tiene celda propia, por lo que
ha tenido que dormir en una colchoneta que acomoda en cualquier pasillo de la
cárcel.