Cali y Medellín, entre las ciudades más afectadas en el país
por el enfrentamiento entre narcotraficantes señalados de ser delatores.
Las autoridades
investigan si el hombre asesinado en un Carrulla había recibido amenazas.
Este lunes en la mañana
los visitantes a una sede de Carulla ubicada en la calle 116, en el norte de Bogotá,
vivieron momentos de pánico luego que un sicario accionara su arma de fuego
contra un hombre identificado como Ezequiel Rodríguez Hoyos.
De la víctima, una
persona de aproximadamente 52 años, sus familiares confirmaron que estuvo preso
en Estados Unidos, país en donde pagó una condena por narcotráfico. Las
autoridades investigan si tras su regreso a Colombia había recibido amenazas de
muerte.
Sin embargo, otro
familiar le dijo a un medio local que Rodríguez, quien fue descrito por varios
testigos como un hombre de contextura gruesa, alto y que portaba muchas
cadenas, hoy por hoy no estaba en actividades relacionadas con narcotráfico;
por lo contrario se dedicaba a labores de finca raíz.
En cuanto a su lugar de
residencia se dijo que, al parecer, vivía cerca del punto donde ocurrió su
muerte y que habría llegado al establecimiento a eso de las 9: 30 a.m. para
cumplir una cita con otro hombre. A pesar de las versiones que han circulado,
serán las autoridades las encargadas de establecer quiénes estuvieron detrás de
este caso de sicariato en Bogotá.
Sin embargo, este caso
revivió entre los bogotanos las cientos de muertes que se ha venido presentando
a lo largo de los años en ciudades como Cali y Medellín, y que estarían
relacionadas con el ajuste de cuentas producto del narcotráfico.
Las autoridades han
venido investigando si algunos homicidios ocurridos en esas ciudades tendrían
que ver con el regreso al país de capos que ya cumplieron sus condenas en
Estados Unidos.
A propósito, en abril
del año pasado, Óscar Naranjo, exvicepresidente de la República del gobierno de
Juan Manuel Santos, advirtió que los índices de violencia en algunas regiones
del país podrían aumentar a raíz del retorno de 25 narcotraficantes que purgaron
sus penas en prisiones de EE.UU., luego que fueran extraditados en el año 2000.
La advertencia en ese
momento de Naranjo estaría orientada a que los exconvictos llegarían a Colombia
nuevamente, y por ende se generaría un ajuste de cuentas en contra de quienes
en su momento los delataron, sumado al reclamo de sus propiedades, rutas del
narcotráfico y por promesas incumplidas durante su detención.